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ZAZ Tavria 1102 - 1993
El análisis comienza por el bolsillo
Revista Road Test Nro 38. Diciembre de 1993
Publicado en Test del Ayer en Mayo de 2014
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El Tavria es el primero de los autos llegados del Este con el que tuvimos contacto. Un vehículo que tiene su principal atractivo en el precio (poco menos de 10.000 dólares) y algunos detalles de terminación en su contra
La polémica, casi sin querer, se instaló en el Correo de Lectores desde hace algún tiempo cuando un lector nos acusó de ignorar sistemáticamente a los autos fabricados detrás de lo que era la cortina de hierro.
Tras las gestiones pertinentes, Osvaldo "Cocho" López, importador oficial de Tavria en la Argentina, nos cedió una unidad para que evaluáramos virtudes y defectos de este auto llegado de Ucrania.
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Pese a ser un contacto, tuvimos a este Tavria por unos cuantos días para ser lo más ecuánimes posible en el juicio, habida cuenta de las acusaciones recibidas en la mencionada polémica.
Exteriormente el Tavria no llama la atención. Un diseño algo antiguo, con bordes de ataque que delatan que no se prestó demasiada atención al aspecto aerodinámico. Las puertas son amplias y permiten una adecuada accesibilidad, aun para los pasajeros de atrás que deberán tener cierto cuidado con la cabeza al ingresar.
Estilo. El Tavria no fue pensado con grandes sutilezas aerodinámicas. A partir de los 100 km/h se sienten muchos ruidos de viento en el interior
Personalmente, salvando las distancias, le veo ciertas reminiscencias a los viejos Passat brasileños que llegaron a fines de la década del '70, aunque con diferencias claras, sobre todo en lo que hace a tamaño.
La versión con la que tuvimos contacto estaba equipada con cubrerruedas de plástico. Si hacemos referencia a las ruedas no podemos dejar de mencionar una curiosidad: las tapitas de las válvulas pueden cumplir también la función de terrajas, lo que nos hace suponer que los dueños de Tavria serán víctimas de algunos gomeros de pocos escrúpulos, siempre ansiosos de conseguir el preciado adminículo...
Aprendiendo ucraniano
Como quedó establecido, ubicarse dentro del Tavria es tarea sencilla y cuatro personas podrán sentarse cómodamente en el interior. Una vez acomodado, el conductor podrá advertir que queda un poco erguido, con el volante muy abajo y que no cuenta con regulación de altura, por lo que a los más altos les costará conseguir una posición de manejo adecuada, sobre todo porque la pedalera no es muy profunda lo que complica la posición de los brazos. Pero con combinaciones de respaldo y guías longitudinales conseguirá manejar de modo relativamente confortable.
La llave de contacto está a la izquierda, eso implicará que los primeros tiempos quedará pagando, mirando el lado equivocado. El tablero cuenta con un gran cuadrante central en el que se ubica el velocímetro; abajo cuatro indicadores cuya visualización es dificultosa: a la izquierda el vacuómetro (que al acelerar al fondo en vacío pone la aguja en el lado económico), indicador de nivel de combustible (muy sensible a frenadas y aceleraciones), carga de batería e indicador de temperatura de agua que indica una llamativa estabilidad térmica en el propulsor ucraniano. La luz de reserva es un poco "alarmista" y comienza a titilar cuando aún quedan 15 litros en el tanque.
Motor. 53 CV para él. Nótese la curiosa forma de la llanta que se ve en el vano motor
Lo de los comandos merece un párrafo aparte. A la izquierda, sobre el tablero, se ubican las teclas que accionan las luces. Con la superior se encienden las de posición. Para accionar las bajas hay que apretar la inferior cuya simbología es exactamente igual a la de la tecla media, que es la que comanda las luces antiniebla traseras.
Ahora, para colocar las luces altas hay que remitirse al brazo que se ubica a la izquierda del volante que también comanda los guiños.
Cuenta, además, con desempañador de luneta, lavalimpialuneta y limpiaparabrisas (de escobilla única) de dos velocidades con intermitente. En el interior se advierten detalles de una
no muy esmerada terminación, como por ejemplo, en los extremos de la plancha.
En lo que se refiere a climatización, está equipado con un forzador de tres velocidades y un único regulador de temperatura que no se reveló demasiado eficaz. Cuando el motor toma temperatura entra, por la parte delantera, bastante calor al habitáculo, tornando poco confortable el ambiente.
Un ruso en argentina
Una vez en marcha se descubre que el motor del Tavria, de concepción moderna ya que cuenta con árbol de levas a la cabeza, es un tanto ruidoso ya que el habitáculo no está bien insonorizado. Los espejos laterales ayudan en la visión aunque son de un tamaño sumamente reducido.
La caja es de cinco marchas pero con una curiosidad. La quinta velocidad está ubicada al lado de la cuarta, abajo, mientras que la marcha atrás se aloja donde habitualmente está la quinta. Requiere un poco de concentración las primeras veces pero al tiempo uno se familiariza con el sistema aunque hay que cuidarse al bajar de quinta a cuarta.
No ocurre lo mismo con la marcha atrás que más que rebelde se mostró como decididamente pendenciera. Colocarla es realmente complicado, y no es exageración.
Interior. Una de las virtudes del Tavria. Espacioso y cómodo. Cuatro personas pueden alojarse con comodidad, aun en viajes largos
El motor, denominado 1102, es un 1091 cm3 (72 x 77 mm) con una potencia máxima de 51 CV a 5500 rpm y con un par de 8,2 kgm a 3500 rpm, lo que habla a las claras de un auto no demasiado brioso, aunque tampoco fue pensado para correr.
La caja está relacionada muy larga pero el motor, si bien no empuja, soporta esas relaciones y hasta es posible doblar alguna esquina en tercera. Entre la cuarta y la quinta hay un gran salto y es bastante lo que pierde en velocidad final. El modelo al que tuvimos acceso era una versión "full", por lo que contaba con servoasistencia en los frenos. De cualquier modo es un punto deficitario en el Tavria ya que mostró tendencia al bloqueo. El pedal es poco firme y el sistema se acciona muy al fondo y a veces es necesario bombear para conseguir mayor eficiencia. Tal vez a nuestra unidad le hacía falta una buena purgada...
En ruta los vientos laterales lo afectan de manera notable lo que denota algunas deficiencias aerodinámicas. Esto se verifica con la rumorosidad interior también producto de influencias eólicas.
La suspensión (fue concebido en una tierra donde los caminos no son mejores que los nuestros) es de recorrido largo, lo que lo convierte en un auto rolador pero apto para suelos sudamericanos. Adelante cuenta con esquema McPherson y atrás con eje rígido. Cuando se lo "llama", tarda en responder por lo que hay que anticipar un poco la maniobra (siempre hablando de un manejo "alegre") para evitar imprevistos.
De atrás. El limpialavaluneta cumple eficientemente con su función
La velocidad máxima declarada por fábrica es de 140 km/h, valor probable si se circula en cuarta marcha. En la ruta, midiendo por el querido y olvidado sistema de cronómetro y mojón, orilló los 130 km/h en quinta.
Las relaciones largas del Tavria influyen favorablemente en el consumo. A 90 km/h necesita 5 lit/100 kilómetros, dos y medio menos que a 120 km/h. A fondo en la ruta. necesitó 9 litros para recorrer el centenar de kilómetros.
A favor, podemos señalar un interior espacioso, un precio accesible y un consumo relativamente contenido.
En contra. la rumorosidad del motor, los detalles de terminación, y una caja de velocidades sumamente arisca.
Este es el Tavria 1102, un auto que cualquiera puede llevarse, con entrega inmediata, por algo menos de 10.000 dólares. Y por ese ángulo favorable es por donde hay que empezar a juzgarlo. Como sentenció la revista L'Automobile de Francia en referencia al Tavria "Por esa plata nadie le vende la luna...". Claro que allá cuesta 6.600 dólares...
Por Fernando Miranda
Fotos: Juan C. Franceschini
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