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Road Test Nro 941
Peugeot 406 2.0 Coupé
Elegancia y carácter
Revista Corsa Nro 1777. Agosto de 2000
Publicado en Test del Ayer en Marzo de 2025 |

La sobriedad y la deportividad van de la mano en esta coupé, un modelo que utiliza el diseño de Pininfarina y aprovecha las virtudes de un picante propulsor de dos litros y 135 CV de potencia máxima
No hace falta que un deportivo sea como una caja de sufrimientos para el piloto. Estamos de acuerdo en que todo modelo que privilegie la performance debe ser funcional y definitivamente práctico a la hora de beneficiar la conducción deportiva, pero no por eso debe presentarse como una suerte de calvario para quien lo maneje.
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En la actualidad, la comodidad forma parte inseparable de las virtudes de un modelo aun cuando se trate de un deportivo. Claro que no son muchos los constructores que llegan a una fórmula ideal que pueda complementar buenas prestaciones y un comportamiento realmente deportivo con un habitáculo cómodo y elegante.
Peugeot, un clásico del buen gusto, llegó a un excelente resultado con la versión 406 Coupé, a través de una fórmula en la que tiene a Pininfarina como uno de los principales protagonistas. No es extraño entonces que el 406 Coupé sea un producto equilibrado, sobrio y elegante, pero que responda con decisión a la hora de acelerar.

El interior del 406 Coupé es el resultado de un cuidado estudio ergonométrico. Cómodo y funcional privilegia la practicidad pero también la seguridad
La mano el maestro
La relación entre Pininfarina y Peugeot no es fruto de un acuerdo reciente. Corría 1951 cuando la casa francesa decidió encomendar el diseño de un nuevo producto a un estudio que fuera independiente. Por ese entonces la fama y la reputación internacional de esta casa de diseño italiana comenzaba a crecer, y el carácter y la personalidad de los modelos desarrollados por el joven diseñador fueron los que hicieron que la decisión de Peugeot se volcara hacia su puerta.
El primer fruto de esta alianza se materializó en 1955 con la aparición del Peugeot 403 Sedán, modelo que fue un suceso impresionante en Francia. A partir de entonces el trabajo en conjunto de ambas empresas se hizo más estrecho y Peugeot le encomendó a Pininfarina el diseño de muchos otros modelos, especialmente de aquellos más personales.
Para hacer un repaso rápido mencionaremos a las versiones Cabriolet y Coupé del 404 (1961-1962), las del 204 (1966) y las del 504 (1969); las descapotables del 205 (1986) y del 306 (1993), modelos todos entre los que se mezclaron algunos prototipos como el 104 Peugette (1976) o el Griffe 4 (1985).
El diseño del 406 Coupé data de 1996 y constituye, de alguna manera, un producto evidente que atestigua la magnífica evolución de esta longeva relación. 
Agresiva elegancia
Desde el más insignificante detalle de la carrocería del 406 Coupé hay material suficiente para admirar las cuidadas formas. Ese dibujo elegante del que se desprende cierta agresividad (reflejada especialmente en el cuidado trazo de la trompa) engaña por un momento al observador y lo lleva a encontrar en su aspecto, similitudes con otros autos.
Y no es una reacción extraña porque en ella pesa mucho la estrecha relación que Pininfarina también tiene desde hace muchos años con Ferrari. Algunos detalles, ciertas líneas del dibujo del casco (especialmente en los flancos), la caída de la trompa y la fuga de la cola tienen un tratamiento aerodinámico que se acerca al de algunos modelos de la casa de Maranello, también diseñados por Pininfarina. Gracias a ese dibujo el coeficiente de resistencia al avance es de 0,32, una medida que si bien no es sensacional para un modelo deportivo, no está mal para la respuesta aerodinámica de este modelo.
Del mismo modo que la carrocería, el interior del 406 Coupé es vistoso y elegante, aprovecha las bondades del cuero en todos sus flancos y le saca el jugo a cada centímetro cúbico para aprovechar los espacios disponibles al máximo, lo que hace evidente el cuidado estudio ergonométrico realizado para su preparación. Por eso la comodidad del conductor y de su acompañante está garantizada, apoyada en las butacas de muy buen agarre, lo mismo que la de los ocupantes de las plazas traseras, debidamente instaladas en una posición baja que hace que queden "calzados" en sus butacas.
Todos los comandos y teclas están bien ubicados, y gracias a las regulaciones de volante y butaca el piloto encontrará rápidamente su mejor posición para controlar la conducción, aunque el sistema elegido para reclinar el asiento del conductor es bastante incómodo. A pesar de toda esa comodidad, la presencia del sonido de la turbulencia y de la exigencia del motor aparecen en el habitáculo a partir de las 4.000 rpm, y van en aumento al compás del tacómetro hasta que el motor llega al corte en la marca de las 6.800 vueltas. 
Dos litros que parecen más
El motor regala música para los oídos más inquietos. Suena picante, rabioso, como si no le gustara quedarse en un lugar fijo. Y debe ser eso nomás, porque apenas el piloto acaricia el acelerador, el motor entrega una dosis de potencia realmente destacada para un propulsor de estas características y da la impresión de que en esa situación se siente relajado.
Se trata de un motor compacto y muy ágil de dos litros de cilindrada y 135 CV de potencia máxima, por lo que ofrece una relación CV/litro de 67,5 CV por cada litro de capacidad. Es una buena medida para un modelo de poco más de 1.300 kilos de peso y prueba de ello son las buenas prestaciones que logra desarrollar.
Para obtener buenas performances, el 406 Coupé 2.0 tiene como complemento del motor una caja de cinco velocidades con marchas bien relacionadas y una selectora suave y precisa pero con recorridos bastante largos. Las primeras velocidades le dan una agilidad sorprendente, mientras que los cambios más altos son cortos, al punto que buscando desarrollar la velocidad final el motor llega de manera relativamente rápida al corte.
En esta situación de velocidad la estabilidad demostrada por este modelo es realmente notable: el auto se siente "manejable", sólido y la dirección aparece como una
aliada perfecta gracias a que está dotada de una asistencia ideal. Y es justamente en plena curva cuando mejor se aprecian las cualidades de su desarrollo. La excelente distribución de los pesos de los componentes mecánicos, y la conformación del casco y del sistema de suspensión logran un manejo admirable, sin rolidos ni vicios de respuesta, gracias a la excelente traslación de las cargas entre los ejes delantero y trasero.
En el mismo sentido de eficiencia corren los frenos. Los discos en las cuatro ruedas (ventilados en las delanteras) asistidos por el sistema antibloqueo ABS, son sumamente eficaces y responden con premura ante la mínima presión del pedal.
Para cerrar este análisis, destacamos el comportamiento de los conjuntos de suspensión que ofrecen un tratamiento lógicamente más duro que lo acostumbrado en los modelos del León. Sin embargo y a pesar de esta dureza, el sistema tiene buenos recorridos que le permiten asimilar y responder las imperfecciones del camino en forma equilibrada, y mantener así las particulares cualidades de comodidad clásicas de la marca.
Por
Walter Togner
Fotos de César De Luca  |