No es ninguna novedad decir que la mayoría de los propietarios de 4x4 jamás utilizan la doble tracción. Tampoco es novedad señalar que la mayoría de los usuarios no aprovechan a pleno los 160/170 CV que puede ofrecer un motor V6 de 4 litros.
Si todos estos argumentos son aceptados como verdades de a puño ¿por qué no eliminar esos elementos que encarecen un producto y entregar al usuario lo que realmente necesita?.
Este puede haber sido el concepto escogido por la gente de General Motors al fabricar la Chevrolet Blazer DLX, una 4x2 que ofrece algunas de las ventajas de los 4x4 que estamos acostumbrados a ver por las calles y rutas de nuestro país, pero con una visión diferente con respecto al mercado que apunta.
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Las camionetas tipo Pathfinder, Explorer, Montero, Land Rover, etc., más allá de su utilidad práctica, se han convertido en símbolos de status y son pocos los que aprovechan al máximo las bondades de estos vehículos. Por supuesto que hay quienes si lo hacen. Esos deberán olvidar a esta Blazer de su gama de opciones por la simple razón que no ofrece la doble tracción.
Pero aquellos que los utilizan como una especie de station wagon gigante (para hacer el pool de los chicos), por su robustez, o por la sensación de seguridad que brindan (principal argumento esgrimido según una encuesta realizada en Estados Unidos con los usuarios de 4x4) verán en esta Blazer una opción más económica para sus necesidades, pero sin perder elementos de confort. Pero veamos en profundidad de que se trata el producto que General Motors de Argentina importa desde Brasil.
Estilo de los ´90
La Chevrolet Blazer es un vehículo con un gran impacto visual inicial. Uno la
ve e inmediatamente se siente atraído por una trompa cuyos nervios rematan a la altura del final de la parrilla, tal como parece ser el estilo de los autos concebidos en esta parte de la década. Atrás, las formas pueden hacerle recordar al observador a las de la Isuzu Rodeo, sobre todo por la tercera ventanilla.
Ruedas grandes (235/75 15"), que llenan los pasarruedas, alta, imponente. Verdaderamente indiscutible desde este punto de vista. La pregunta inevitable cuando algún curioso se acercó para observarla de cerca era: Ah! ¿no es 4x4?. Cuesta creerlo. Es que, hoy por hoy, la imagen que el usuario tiene de las 4x4 es la de la Blazer. Aunque, en este caso, el diseño es mucho más moderno.
Una vez adentro se respira el clima que se puede esperar en un vehículo de estas características. Equipamiento completísimo (ver recuadro), detalles de confort (como el portalentes que se descuelga del techo al oprimir una tecla o el espacio destinado a colocar el control remoto de la puerta del garaje), tapizados de calidad y butacas altas y cómodas. Sólo algunas piezas se revelaron como mejorables en cuanto a calidad de materiales y encastres, como la tapa de la consola central o los plásticos de los comandos de aire acondicionado.
Motor. Tal vez, algo subdimensionado, teniendo en cuenta el tamaño y el peso de la Blazer
Completa el panorama, un reloj con brújula en el plafond superior central, más herencia de los modelos 4x4 que otra cosa.
Un detalle para los más distraídos. El cierre central se acciona por medio de una tecla ubicada sobre el apoyabrazos,
junto a los comandos de levantavidrios y espejos eléctricos. Si usted cierra y deja la llave adentro, está en problemas. La pueda del conductor también queda cerrada y un cerrajero será la única solución. Evítelo. Después no diga que no le avisamos.
Faltaría la regulación eléctrica de asientos y la opción de hacerlo en altura para que no se pudieran quejar ni los más exigentes. Por lo demás. tiene de todo.
Casi un auto
Subirse a la Blazer no implica esfuerzo alguno, claro que teniendo en cuenta que nos subiremos a un vehículo de 1,60 metros de altura. Conseguir la posición de manejo ideal requiere paciencia. La pedalera es poco profunda por lo que no es sencillo conseguir el equilibrio ideal entre brazos y piernas. La regulación en altura de la columna de dirección ayuda -y mucho- en la tarea.
Finalmente, usted podrá sentirse a gusto y estará en condiciones de encarar larguísimos periplos sin inconvenientes. Para esto contribuyen las butacas, cómodas y anatómicas.
No puede decirse lo mismo de los asientos traseros, cuyos respaldos son algo cortos, lo que podría implicar alguna molestia a los pasajeros en viajes largos. Esto se debe a que pueden rebatirse totalmente (incluso una tapa los cubre al hacerlo) quedando una más que adecuada capacidad de carga disponible.
El tablero ofrece una gran cantidad de información al conductor. En los cuadrantes centrales, como no puede ser de otra manera, velocímetro y cuentavueltas, que tiene una curiosidad. Si usted por un descuido o por mala costumbre, apaga el motor cuando está acelerado, la aguja quedará clavada en el régimen que estaba cuando fue desligado el contacto. Así, al volver a subirse, usted podrá encontrarla indicando 2000 rpm con el motor apagado.
A los flancos, indicadores con aguja de presión de aceite, temperatura de agua, carga de batería y nivel de combustible.
Los testigos restantes, brindan información acerca del resto de las funciones. Detalle insólito: carece de luz de reserva de combustible.
Al poner en marcha, colocar la primera y acelerar, volvemos al tema de la lógica. El motor de 2,2 litros está lejos de sorprender por sus bríos. Se trata del mismo que equipa al Chevrolet Omega, pero colocado en un vehículo que pesa mas de 1.600 kilogramos y con 10,CV menos, debido a la inyección monopunto.El conductor tiene, debajo del capot, sólo 106 CV disponibles. lo que a primera impresión pueden resultar algo escasos. El par máximo, según datos de fábrica, está a 2800 rpm, pero la sensación que da al manejar es que recién empieza a empujar por encima de las 3000 rpm.
En síntesis, se trata de una planta motriz perezosa, tanto en los altos como en los bajos regímenes. Pero si vamos a lo del principio. ¿Cuál es la necesidad de disponer de 160 CV bajo el pie derecho si no se van a usar?. Un propulsor silencioso que no permite que el sonido natural que de él emana altere la vida dentro del habitáculo. Crucerear a 120 km/h es un placer.
Con el aire acondicionado conectado pierde algo de eficiencia y sólo es cuestión de acelerar un poquito más para circular a la velocidad antes mencionada.
Y si hablamos del aire acondicionado debemos hacer una salvedad. Tal como en el caso de la Explorer, no se pueden dosificar las salidas al conectarlo. Si quiere usar el aire, las salidas se regulan automáticamente y no podrá utilizar las toberas que usted desee, es decir sólo el desempañador o los pies, por citar dos ejemplos. La simbología es curiosa y cuesta entenderla.
Andar muy confortable
Conducir la Blazer en la ciudad es lo mismo que hacerlo con la más clásica de las berlinas. La dirección servoasistida juega un papel fundamental (volante de diseño poco pulido) y sólo podría achacársele cierta falta de agilidad producto de su motor subdimensionado.
En la ruta se sintió muy a gusto. Va derecha, sin vicios notables que puedan tensionar al conductor. Incluso por la huella no mostró inconvenientes de mayor envergadura y hasta el más inexperto automovilista se sentirá seguro.
Claro que la tentación de bajar a la tierra con un vehículo de estas características fue inevitable. Allí tampoco desentonó y sólo en terrenos desparejos aparecen algunos vicios, producto de un tren trasero algo rebotador que se suma a suspensiones de recorrido largo. Esto en el caso de exigencias límite. Circular civilizadamente por la tierra, no implica un curso de manejo con Carlos Sainz...
La Blazer dispone de sistema antibloqueo de frenos sobre el tren trasero. El pedal con la servoasistencia exacta facilita la tarea. Ante maniobras exigidas, el tren delantero mostró tendencia al bloqueo, pero la acción del ABS atrás impide que pierda la línea, algo de gran valor para la seguridad, sobre todo en la tierra para los que no están acostumbrados en estas lides.
El comando de la caja es de recorrido largo tal como podría esperarse, ya que no debemos olvidar que esta Blazer deriva del modelo S10, una pick up de trabajo.
En lo referente a prestaciones, alcanza una máxima -según datos de fábrica- de 150 km/h y acelera de 0 a 100 km/h en 18,2 segundos. Los registros no sorprenden, pero volvemos otra vez al bendito asunto de la lógica. ¿Vale la pena tener un jet para no utilizarlo?. Sólo los compradores saben la respuesta.
El tema de los consumos podría resumirse de manera sencilla. Los 2200 cm3 en este caso le juegan a favor y no es necesario andar parando cada 300 kilómetros para refuelar, ni aun circulando "a fondo". Para eso el tanque de 76 litros ayuda de manera decisiva, consintiendo una autonomía digna de ser tenida en cuenta.
Para los amantes de las estadísticas, los consumos 90/120/urbano son de 7,9/9,2/11,1. Ante todo piense los kilos que tiene empujar el 2,2 litros...
Para el final dejamos el tema del precio, donde la lógica vuelve a ser protagonista. El no disponer de los elementos mencionados a lo largo de la nota (entre los que no están ninguno de los relacionados con el confort) permite una enorme ventaja a la hora de sacar los billetes. Por esta Blazer DLX hay que desembolsar 28.700 dólares, una suma que, sin duda, todos aquellos que quieran un vehículo de estas características estarán dispuestos a invertir.
Y ojo que no son pocos los que consideran que el 4x4 es un "chiche" de poca utilidad. Ellos serán los compradores de la Blazer. Y lo serán porque la lógica privará en su pensamiento.
Por Fernando Miranda